martes, 27 de agosto de 2013

En el verdor

Desenmarañando la madeja de ideas,
surcando el vapor confuso del Ser,
en una barca demasiado endeble,
y las hojas crepitan,
y la primavera que se avecina habla demasiado con su voz callada,
                                                                                       [de vos,
                                                                                       [quizás de mí,
y amo oírla llegar, fresca y húmeda.

Me mecen las olas de tu mar turquesa,
y me dejo ir en tus rosas bermejas,
y los pájaros rojos que anidan en tus labios,
entre tus dedos de una seda impronunciable,
y los ojos de nácar,
el ojo blanco y su alma verde,
su fuego fatuo que incendia mi poesía.

Hablaré lo que dice el Universo,
o no hablaré de nada,
diré lo que vea en un beso,
o me echaré insondable a la arena,
descansaré en tu forma tibia,
o seré un ave que nunca anide,
todo en esta pluma enardecida y solitaria,
que me salva de morir en sueños,
y de ahogarme en palabras;
ella y su tinta, allí tranquilo (no soy poeta),
allí en su regazo,
donde te beso una y mil veces,
y donde el Universo me ve,
con sus ojos verde esmeralda.

Y ahora te vas, lo sé,
como la Primavera,
o como el sol radiante, siempre,
pero el día te traerá,
como trae la luz a los campos,
y mi pluma espera, apacible, muda,
para lanzar un estrépito que te bese,
que incendie tus labios,
que enrojezca tus mejillas;
y mientras tanto dibujo los horizontes,
el limbo del tiempo eterno,
el laberinto de mis palabras,
donde he de encontrarme,
y recortar tu forma con versos,
alguna vez, en algún umbral,
con alguna brisa acariciando las flores,
con algún sol bañando tu piel,
y estas palabras en mi boca.


martes, 14 de mayo de 2013

Caras Invertidas


Hay una cara que todo lo ve en sus ojos,
que duerme junto a un manojo de espejos,
hay unos dedos que nada tocan, nunca,
hay unos hombres que todo lo ven de lejos,
que duermen en un mundo de vacíos,
un mundo de espacios hechos para llenarse.

Entre las caras se esconden voces,
voces que nada hablan, que siempre callan,
que quizás mañana sean palabra en alguna boca,
pero siempre la realidad, siempre derrota,
hay un universo en donde todo es mañana,
donde nada se termina y todo es destino por cumplirse.

Pero en los destinos hay jueces, y jurados,
que dan sentencias eternas que duran un segundo,
que tienen menos poder que el viento,
que son como una sed que colma los rincones,
sus grilletes son ellos mismos y se ven las manos,
siempre se ven las manos, inmóviles por la arena.

Los ricos ostentan tanto, que lloran los ríos,
los ricos ostentan tanto que divierten a los pobres,
no hay un solo rico en este universo de caras invertidas,
todos tienen chalecos de fuerza y bóvedas vacías,
poseen tanto espacio que lo llenan de ilusiones,
tienen tantas cosas que comen migajas y sueños.

Hay una cara que todo lo ve, en los espejos,
que duerme junto a un manojo de ojos,
hay nuncas que son como dedos, tocando todo,
la lejanía ve a los hombres, tan distantes,
y un vacío abismal se forma en sus pechos,
tan lleno el universo que no hay más espacio.

martes, 16 de abril de 2013

El Último Vientre Seguro


Una fecha que vivirá en la infamia,
un volcán nuboso, estrepitoso,
cae un guijarro en un charco calmo,
y al caer solo quedan las venas del agua,
una tibieza incontenible funde el aire,
es un volcán nuboso, somnífero,
un volcán hijo de Jano,
una muerte bifronte.

Corta la noche tajante el guijarro,
aguarda el charco infinito,
va por el aire rezando, pidiendo perdón,
quiere agarrarse del aire,
pide perdón,
quiere encontrar una cueva en las nubes,
pide perdón, y sigue cayendo,
quiere ser aire, vaporizarse,
ya en poco tiempo podrá serlo,
segundos nada más.

La noche oculta su plateada piel,
el brillo premonitorio de su faz,
el beso de su redondeada nariz,
su hijo bestial, el último hijo sano;
su vientre es el último vientre seguro,
un hijo que vomitará pestes y hambruna,
fuego y ácidos, la infamia,
escupirá millones de muertos, de cuerpos,
y su madre bien lo sabe, quiere no dejarlo ir...
es tarde, ya toco el suelo,
que ya no es más suelo,
es eso que queda cuando explotan las estrellas,
ya no hay suelo, ni gente,
ni árbol,
ni niños,
ni juegos,
ni voces,
ni hijos,
ni vientres seguros,
hay un solo brillo, el del horizonte,
el hongo maldito elevándose por sobre el hombre
[y cubriéndolo,
ya es tarde,
no hay más reloj que marque el momento.



martes, 9 de abril de 2013

El Agua que inunda todos los mares


La bruma de una luz en el techo,
el espejo que refleja una penumbra,
todo sueño reposado en mí,
toda la somnolencia en mis párpados,
la tibieza del mundo en tu pelo,
la Luna tímida no sale, no brilla por mí,
no más,
por eso la llamo así, entre líneas,
los niños la precisan para jugar en la plaza del amor,
y yo soy el mayor de los niños,
el que más la ama, entre todos.

Mis dedos caen, besando las letras,
una voz que habla, entre melodías,
ninguna nube puede ocultarla, nunca podrán,
y si se hace de día y no la he visto,
esperaré, siempre esperaré hasta verla devuelta,
mi vida sin ella es un metal sin pulir,
necesito su bruñida mejilla para ser una flor,
mi alma la llama entre dientes, entre besos acalorados,
mi dama de plata, moneda española astral.

La ventana es la estación del tren,
y la brisa ferroviaria me dice: "Ven, aquí está ella,
yo te llevaré a donde los cráteres son agua cristalina,
donde la plata fluye en respiraciones agitadas.
Ven, aquí está tu dama, siéntate en su regazo,
sumérgete en el légamo de su amor eterno,
en ella, en su vientre, busca el germen plateado.
Esta es la orilla del río circular, el que se toca el hombro,
[el que baña a todos los ríos,
el agua que inunda todos los mares,
ella es el resplandor en la laguna más recóndita.

viernes, 29 de marzo de 2013

Espíritu


Un espíritu suele ser un espíritu,
brillando entre su piel y su carozo,
explotando con sus palabras blancas,
hablando con los dedos, con las alas;
otros espíritus son más que espíritus,
se hacen personas como el barro es vasija,
pero son espíritus, caminando ahí por las calles,
flotando con los pies en la tierra,
son eso que se sueña con los ojos abiertos,
son todo eso que se filtra entre la foresta,
todo eso que se oye cuando el alba rompe su cristal.

Yo veo esos espíritus por ahí, caminando,
como una manzana débilmente mordida, dando a luz,
como los niños al viento, sonriendo al Dios sol,
veo a los espíritus que son luceros en los adioses,
son el espacio entre los abrazos, todo aquello en los besos,
te veo hablando aún entre las calles, en cada palabra,
sos los acordes de las guitarras, espíritu divino,
como una luz que cubre a la ciudad, para rezarte,
sos todo aquello entre lo que digo y lo que hago,
almibarando mis pensamientos, estrechando mi alma.
Hoy el Todo lleva tu nombre, que es el de los hombres.

El Fénix


La sustancia que nos rodea es de fénix,
condenada a revivir siempre, eternamente,
y lo que revive infinitas veces es inmortal,
y lo inmortal muere infinitas veces,
llora infinitas lágrimas de penar eterno,
su elixir es su condena, su vida eterna.

El fénix llora, llora y llena mares de llanto.
El fénix vive, y ve a las estrellas morir.
El fénix ama, metamorfosis de un odio.
El fénix muere, naciendo infinitas veces.
El fénix no es él, es cenizas en un reloj de arena.

El círculo en su frente gira y gira, siempre,
la luz en sus ojos muere y convulsiona,
su carne es blanda y marmórea, infinita,
sus labios se tornan en fauces bermejas,
su caminar se hace lento, como de árbol,
su árbol es luminoso, como la llama del incendio.

Llama al fénix que acudirá con su tiempo,
llama al viento y vendrá, algún día, vendrá,
porque en su piel está marcada su visita, cada visita,
en su piel estamos marcados, eternamente,
las marcas se superponen, como la hojas muertas,
y en su grito escucho mi voz, y el viento resoplar.